1919 – 1921
CASA COMERCIAL PALAZUELO
En 1908 Antonio Palacios trabajó para Demetrio Palazuelo Maroto en la construcción de un edificio de viviendas en la calle Alcalá, 54. Este fue el inicio de una gran relación entre ambos que hizo que Palazuelo volviera a confiar en Palacios para diseñar en 1919 un edificio comercial muy cerca de uno de los lugares más concurridos de Madrid, la Puerta del Sol.
El solar elegido había pertenecido a los condes de Oñate, donde habían disfrutado de una vivienda particular que, tras sufrir dos incendios, había quedado abandonada. En 1913, el edificio fue derribado, dejando disponible un terreno que se situaba entre el número 4 de la calle Mayor y el número 3 de la calle Arenal.
La Casa Comercial Palazuelo fue uno de los primeros edificios de Madrid construidos específicamente para alquilar espacios comerciales, despachos y oficinas. Para este proyecto Palacios trabajó en una distribución funcional a la vez que evidenció en el exterior que se trataba de un edificio con una función diferente al resto, sin alterar el contexto urbano. Además, por la forma del solar y el marco en el que se insertaba, las posibilidades del diseño estaban muy acotadas, sin poder introducir grandes volúmenes o excesivas alturas.
El inmueble se articula en torno a un patio central en forma de v, cubierto con una espléndida vidriera, suelos de mármol y baldosas de vidrio. Del patio parte una escalera imperial que rodea de manera ascendente dos ascensores y asciende a lo largo de las cinco plantas de la construcción. Los tres primeros pisos presentan un corredor de perfil ondulado en torno al hueco central que, junto a las barandillas de forja y pasamanos dorados de inspiración modernista, imprimen dinamismo y plasticidad al edificio. La distribución que realiza Palacios en este proyecto recuerda a otras utilizadas en proyectos de viviendas.
Al exterior, las fachadas de la calle Mayor y la de Arenal son idénticas: están estructuradas en tres cuerpos horizontales y dos laterales. El primer tramo, que ocupa la planta baja y el entresuelo, se diseñó para albergar locales comerciales y está rematado por una balconada que recorre toda la fachada para segmentarse en los cuerpos laterales, donde los balcones se ovalan y son sostenidos por ménsulas con triglifos. El segundo cuerpo, de mayor tamaño, presenta columnas corintias pareadas de orden gigante; en los intercolumnios Palacios instala miradores de hierro y cristal proyectados hacia fuera para jugar con su volumen; en los laterales las columnas se convierten en pilastras. En el último cuerpo aparecen ventanas enmarcadas por pequeñas columnas de orden jónico. La verticalidad de las columnas del cuerpo principal continúa a través de ménsulas decorativas en este último tramo de la fachada. El edificio está coronado por un ático retranqueado y dos torreones ubicados en los cuerpos laterales de las fachadas.
El edificio resulta armónico y coherente, gracias a los cuerpos laterales que le aportan simetría y esbeltez. La mezcla de elementos arquitectónicos clásicos, junto a otros modernos y novedosos, confiere al proyecto un aire de modernidad sin desentonar con su entorno. En la actualidad conserva su uso y en su interior se encuentran comercios, despachos y oficinas.
Antonio llegó a proyectar una ambiciosa ampliación de este edificio que abarcaría toda la manzana en la que se encuentra, desde la propia Puerta del Sol hasta la calle Travesía del Arenal y que, a su vez, se enmarcaría en una hipotética y monumental reforma de la Puerta del Sol realizada por Palacios. En esta reforma los edificios estarían basados en la reelaboración de modelos clásicos y estarían dotados de un curioso sistema de pasos elevados acristalados que los comunicaría y podrían ser utilizados también como terrazas. Enmarcado en las ideas de este proyecto solo se llevó a cabo un inmueble, la Casa Matesanz, en Gran Vía, 27.