1913 – 1917
CASA DEL CONDE DE BUGALLAL
En 1913 Gabino Bugallal y Araujo, conde de Bugallal y destacada figura política, encargó a Antonio Palacios la construcción de un edificio que albergaría su vivienda, otras para alquilar y espacios comerciales en la plaza de Cánovas del Castillo, número 4.
El emplazamiento del edificio volvía ser clave para la configuración urbana de Madrid. Esta vez se trataba de un inmueble cuya fachada se situaba en una de las plazas que articulan el Paseo del Prado. Desde el principio, Palacios tuvo muy clara la importancia de esta ubicación y la responsabilidad que acarreaba. En la memoria del proyecto, el arquitecto explicaba: «Al proyectarse la altura de este edificio se ha procurado que alcance una altura general de cornisa igual a la del inmediato en que se encuentra instalado el Palace Hotel, por creer que en las grandes plazas monumentales en rotonda es preciso, más que en ningún otro conjunto urbano, establecer una perfecta armonía en las alturas por el deplorable efecto que en caso contrario produciría el conjunto de edificios sin correlación alguna». De igual forma, el edificio que Antonio diseñase debía proyectar también la importancia social del conde, por lo que debía tratarse de un inmueble monumental pero armónico con su entorno.
Palacios reprodujo la distribución que ya había puesto en marcha en otros edificios de carácter similar. La planta baja la dedicó a los espacios comerciales y al garaje mientras que el resto de plantas albergaban dos viviendas por piso, a excepción de la planta principal, que sería habitada en su totalidad por el conde de Bugallal y su familia. Las estancias principales estaban orientadas a la plaza de Cánovas del Castillo, los espacios de carácter privado como las habitaciones o los baños se situaban en el interior de las viviendas y las dependencias del servicio quedaban localizadas en la parte interior del edificio. El acceso al inmueble se realizaba a través de un vestíbulo al que se abría una escalera monumental, junto a un ascensor. En el extremo opuesto a la entrada se situaba una escalera secundaria y un montacargas para el servicio.
Para el exterior del edificio, Palacios emplea piedra para un gran zócalo que llega hasta el piso principal. Los muros de ladrillo estaban marcados por unos miradores que aportaban verticalidad a la construcción. El ático estaba ricamente decorado con ménsulas, guirnaldas, motivos vegetales y jarrones en la balaustrada. Sin embargo, lo más característico de este proyecto es el chaflán curvo de la plaza de Cánovas del Castillo con la calle Cervantes, coronado con un torreón con arquería neomudéjar y remate neoplateresco con pináculos que imprimían monumentalidad al conjunto.
En 1929 el edificio fue adquirido por la compañía de seguros La Sud América. Para adecuar el edificio a su nueva función se llevó a cabo una reforma poco respetuosa con el diseño original. Los miradores fueron eliminados y en su lugar colocaron ventanas; desaparecieron los remates del torreón y la balaustrada y las fachadas se revistieron con mortero y se decoraron con pilastras y cornisas de piedra artificial. Por desgracia, esta no fue la única reforma que sufrió el edificio, por lo que el diseño que podemos observar en la actualidad dista de la idea original que proyectó Antonio Palacios.